domingo, 24 de junio de 2012

La Invasión colonial inglesa

A 206 años de la invasión inglesa y en medio de la disputa por Malvinas que lleva adelante nuestro gobierno, resulta muy útil para el análisis del conflicto repasar un poco la historia.


A continuación, la narración e interpretación que realiza Norberto Galasso en Historia de la Argentina, Tomo I, pags. 119-121.


"Desde fines del siglo XVIII circularon, en los altos niveles del poder británico, diversos proyectos para arrebatarle a España sus colonias de América.


Así se produjo el 25 de junio de 1806, la invasión, armada por el almirante Popham y comandada por Beresford, al frente de 1600 hombres, quienes lograron apoderarse de la ciudad de Buenos Aires el 27 de junio.


Los jefes británicos imponen su bandera a la ciudad conquistada, toman juramento de obediencia y sancionan normas jurídicas durante un mes y medio, pero lo hacen inocentemente -según una amable versión escolar- sin que el rey Jorge III sustente propensión colonialista alguna.


Pero el pueblo resiste y Liniers, que llega desde Montevideo, nuclea voluntarios y logra derrotar a los invasores.


El 12 de agosto -festejado luego como el día de la Reconquista, Beresford capitula...............
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La Historia Oficial señala que el 28 de junio de 1807 (un año mas tarde) se produce la segunda invasión inglesa, pero, en verdad, no es "otra", sino la continuación de la anterior, pues las fuerzas británicas han permanecido bloqueando el Rio de La Plata, a la espera de refuerzos durante varios meses, y en febrero de 1807 han ocupado Montevideo.


En la prosecución del intento colonialista, con veinte naves de guerra, 90 transportes y 12.000 hombres, Whitelocke logra derrotar a Liniers en Plaza Miserere y se propone ingresar al fuerte, a través de las calles centrales de la ciudad.


Pero Martín de Alzaga organiza la resistencia con intensa participación popular desde las azoteas, cerrándoles a los ingleses la posibilidad de avance hacia el fuerte.
Ante el fracaso, Whitelocke capitula el 7 de julio de 1807.


Resulta interesante señalar que Su Graciosa Majestad Británica -en 1807 y creyendo que Buenos Aires estaba bajo su control- envió al brigadier Roberto Crawfurd a tomar Valparaíso, aunque debió ordenar contramarcha al conocer el fracaso en el Rio de La Plata.


Quizás para algunos argentinos probritánicos, Crawfurd también obraba por su cuenta -al igual que Popham-, anteriormente, no existiendo propósito colonialista alguno por parte de Gran Bretaña.


El historiador Carlos Alberto Pueyrredón -que se desempeño como Intendente de la Ciudad de Buenos Aires- considera que el rey inglés era ajeno a estas acciones.  Así sostendrá en uno de sus discursos magistrales, que en 1806 y 1807 no hubo intención colonialista pues sólo se trató de "la ocurrencia de un marino valiente y temerario" que "no estaba autorizado por su gobierno" y que incluso obraba sólo con la intención de debilitar a España, pero que el resultado de esa incursión "permitió crear un respeto recíproco y  mutua estimación" entre criollos e ingleses y ademas "gracias a los ingleses aprendimos a pelear" (1)


A su vez, un vicepresidente de la Nación se preocupaba de que los festejos de La Reconquista pudiesen molestar al Imperio: "quizá fuera mejor no avivar ni celebrar con exceso el recuerdo de la aventura de la conquista del Río de La Plata ...la evocación resulta un tanto mortificante para el león británico" (2)


Todavía en nuestra época un matutino publica: "Inasiones Inglesas. La codicia de un comerciante, el motor de la llegada británica" y subtitula "El desembarco habría sido por un tesoro. Es la última hipótesis de los historiadores." "Fue el ansia de dinero de Popham y su deuda con el norteamericano William Pio White, lo que movieron a su flota, desde el cabo de Buena Esperanza hasta el Río de La Plata. (3)


Asimismo otro matutino publica un comentario del periodista Andrew Graham-Yool: "La primera expedición fue en su origen y ejecución, una aventura personal, con vistas al enriquecimiento individual de Popham, Beresford, Pack y otros." (4)


Otro ejemplo está dado por la novela El Amante Rojo  del escritor argentino residente en España Alejo Brignole. El periódico Ambito Financiero le dedica 2 páginas centrales bajo el título "Las Invasiones Inglesas no fueron como se las pinta" y en el reportaje, el autor señala que los hechos se tergiversaron "a través de una literatura contaminada de ideología, de sentimientos antibritánicos muy fuertes, lo que impidió ver lo que realmente ocurrió."  Después de manifestar que "el resto de la historia nacional no me atrae como argumento narrativo porque no encuentro, salvo en las luchas por la independencia, momentos épicos" y que "en ellas hay un componente fratricida que me distancia", agrega que el lector de su libro "no puede dejar de ponerse al lado de Beresford, que fue un general que vino con un mal de amores, porque no lo dejaron casarse con su prima hermana Luisa Beresford".(5)


Puede arguirse que se trata de una obra aislada, pero tampoco es casualidad que, hasta años atrás, el 12 de agosto aparecía rojo en el calendario y era recordado en los colegios como el rechazo a una invasión colonial y no, como se pretende ahora, una mera travesura de algún militar británico.


En este sentido, es bien conocido que en Gran Bretaña se habían estudiado varios planes para dominar estas tierras, entre otros, los de Mac Namara (1762), Vinsitart (1796) y Maitland (1800).


El carácter colonialista de la incursión inglesa queda demostrado asimismo en el juicio a Whitelocke, en 1808, quién culpa al gabinete whig por la aventura, mientras el fiscal confiesa, "Se han desvanecido todas las esperanzas que, con razón y uniformidad, se acariciaban para descubrir mercados para nuestras manufacturas, abrir un horizonte nuevo a la inclinación y actividad de nuestros comerciantes, de hallar nuevas fuentes para el Tesoro y nuevos campos para los esfuerzos de surtir las rústicas necesidades de países que salían de la barbarie o los pedidos artificiales y crecientes de lujo y refinamiento en aquellas apartadas comarcas del globo. (6) "
En esta declaración no sólo queda desnuda la vocación colonial sino que se utiliza - quizá por primera vez- la denominación "barbarie" para calificar a las nuevas regiones del mundo a las cuales el destino habría deparado el privilegio de ser "civilizadas" por Gran Bretaña.
La verdadera historia reside, pues, en el afán imperial de la burguesía inglesa, que vive en plena revolución industrial y que ha perdido, pocos años atrás, sus colonias de América del Norte.  Por tal motivo, la victoria de Beresford en 1806se expresa inmediatamente en la declaración del comercio libes y en el saqueo de los caudales del virreinato.   Estos tomados en Luján, ascienden a 1.291.323 pesos plata, de los cuales se dejan 205.116 en Bs. As. para gastos de la administración y se envían 1.086.208 en el barco "Narcissus" a Londres.
Eses tesoro de 40 toneladas de plata amonedada, desfila por la ciudad capital en 8 carros de 5 toneladas cada uno, en medio de las aclamaciones populares."


Aunque la invasión armada fue rechazada y nunca fuimos formalmente una colonia inglesa, a partir de 1821 y del gobierno de Rivadavia, la influencia que ejerció el imperio inglés hizo que en los hechos nos aproximáramos mucho.
Muy ilustrativo al respecto es el libro de Raúl Scalabrini Ortiz "Política británica en el Rio de La Plata".


(1) Pueyrredón C.A.: Gran Bretaña leal y  tradicional amiga de la Rca. Argentina. Bs. As. 1940 Folleto.
(2) Fraga Rosendo : El Hijo de Roca. Bs. As. Emecé, 1994, p. 249
(3) Downes Patricio: Invasiones Inglesas: la codicia de un comerciante el motor de la llegada"  Bs.As. Clarin 25-6-06
(4) Graham-Yooll, Andrew: "La Tentación argentina", Suplemento Radar, Página 12, Bs. As. 06-08-06
(5) "Las Invasiones Inglesas no fueron como se las pinta", Ambito Financiero, Bs. As. 15-03-2000

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