martes, 1 de julio de 2014

Deuda Externa y Buitres


En estos últimos días en que tanto se ha hablado de los buitres y de su conducta financiera, me parece oportuno recordar algunas partes de nuestra historia, sobre la deuda externa.

Teniendo en cuenta que segun Artemio, aquí, la mitad del padrón electoral tiene menos de 40 años, creo adecuado el recuerdo.

Entre 1973 y 1978 una acción concertada por la OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo, aumenta abruptamente el valor del petróleo, como consecuencia dichos países se ven “inundados por petro dólares”, que comienzan a depositar masivamente en bancos internacionales, en su mayoría estadounidenses.

A partir de allí el sistema bancario comienza a ofrecer créditos a bajas tasas de interés.
América Latina, en el período 1970-1980 aumentó su deuda de 27 mil millones de dólares a 231 mil millones. 

Es útil recordar que en ese período la mayoría de los países latinoamericanos estuvieron gobernados por dictaduras militares producto de golpes de estado y consecuencia de la “doctrina de seguridad nacional” impulsada por los EEUU.

En la década de los 80, el gobierno de EEUU, la banca privada, el FMI y organismos internacionales de crédito, de acuerdo con sus intereses cambiaron en forma drástica su política financiera, imponiendo duros términos en el pago de las deudas, sugiriendo políticas de recortes presupuestarios, aperturas de las economías “al mercado” y a las inversiones extranjeras, el desmantelamiento del “Estado benefactor” y el fin de “las políticas nacionales donde éstas existían o intentaban existir.

Es de destacar que cuando Isabel Perón es derrocada por el golpe militar de Videla en 1976, la deuda externa era de aproximadamente 8.000 millones de dólares.

Cuando Alfonsín asume el Gobierno en 1983 la dictadura le había dejado una deuda externa de 45.100 millones de dólares, un aumento de la misma de casi el 470%.

El Rol de Cavallo. La estatización de la deuda privada.

El 2 de julio de 1982, durante la dictadura que encabezaba Reynaldo Bignone, Domingo Felipe Cavallo asume la presidencia del Banco Central.

Por su desempeño en ese cargo, Cavallo es señalado como responsable, junto con otros funcionarios, entre ellos Carlos Melconian, jefe del Departamento de Deuda Externa del Banco Central, de una de las mayores tragedias económicas de la historia nacional: la estatización de la deuda externa privada.

Es decir, el traspaso a las arcas del Estado de pasivos contraídos por empresas nacionales y extranjeras, con el objetivo de beneficiar a grandes corporaciones y grupos económicos que, hasta hoy y pese a la intervención de la justicia, no fueron llamados para dar explicaciones en los Tribunales.

Muchos economistas lo definieron, con ironía, como “el mayor acto de socialización” que haya ocurrido en la Argentina. Y fue, también, una muestra clara del fuerte componente cívico-militar que caracterizó a los años de plomo.

Gracias a la estatización de la deuda privada fueron beneficiadas más de 70 empresas.
Entre las firmas nacionales más importantes se encuentran Sevel, por entonces, del Grupo Macri; Acindar, del ex ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz; Loma Negra, de los Fortabat; y Compañía Naviera, de la familia Pérez Companc.
También hay corporaciones extranjeras, como Techint, IBM, Ford y Fiat.
Y, por supuesto, el listado incluye al sector financiero: Banco Río, Francés, Citybank y Supervielle, entre otros (ver listado).

A fines del ’83, el perjuicio para el Estado se estimó en 23 mil millones de dólares: más de la mitad de la deuda externa de esos años, que alcanzaba los 45.100 millones de dólares.

“Fue una de las mayores estafas al pueblo argentino. El Estado fue usado para negocios privados y para innumerable cantidad de operaciones turbias”, aseguró a este diario uno de los más rigurosos investigadores del tema, el ex diputado nacional Mario Cafiero.

Pero, ¿cómo fue posible que estos privados transfirieran sus pasivos en el exterior a las cuentas públicas?

Según el historiador Alejandro Olmos Gaona, que demandó a un centenar de firmas favorecidas con la estatización de sus deudas en dictadura, la respuesta está en los llamados seguros de cambio. “Permitían que una empresa se endeudara con el exterior a un dólar uno a uno. Cuando el dólar subía y la empresa debía pagar su deuda, el Estado se hacía cargo de la diferencia”, explicó Olmos Gaona (ver recuadro).

Los seguros de cambio se implementaron en 1981, cuando Jorge Rafael Videla fue remplazado por Roberto Viola al frente de la Junta Militar, y Martínez de Hoz abandonó el Ministerio de Economía.
Viola colocó a Lorenzo Sigaut en el Palacio de Hacienda y el Banco Central quedó a cargo de Egidio Ianella.
El 5 de junio de ese año, el BCRA aplicó el primer seguro de cambio, que inició un breve periplo hacia la estatización, lisa y llana, de la deuda externa privada.

Mediante este régimen, el BCRA les garantizó a estos deudores el tipo de cambio vigente en aquel momento, con el objetivo de protegerlos en caso de que hubiera una devaluación que incrementara el valor de estos pasivos. Eso, justamente, fue lo que sucedió.

“El tipo de cambio aumentó diez veces en un año, con lo cual el Central le cobró a los privados en pesos y a la tasa inicial, lo que produjo un descomunal subsidio estatal para los deudores externos privados.
Fue una estafa, pero una estafa legal”, sostuvo el historiador y economista Eduardo Basualdo, autor del libro Deuda externa y poder económico en la Argentina.

A los pocos días, a esta contribución indirecta se sumó una de tipo directo. El 10 de junio de 1981, con la firma de Ianella, el BCRA dispuso un subsidio a los deudores privados de U$S 0,23 por cada dólar de deuda.

Un año después, luego de la Guerra de Malvinas, Bignone asumió la conducción de la cúpula militar.
José María Dagnino Pastore remplazó a Sigaut en Economía, y Cavallo desembarcó en el Central, tras la salida de Ianella.

Como vicepresidente de esa entidad fue designado Rodolfo Clutterbuck, dueño de la empresa Alpargatas SA, una de las beneficiadas por la estatización de los pasivos.
Cavallo estuvo sólo 59 días en el cargo, pero le bastó para modificar el régimen de seguros de cambio, con el fin de “mejorar el perfil de la deuda financiera externa privada a la vez que procurar atenuar los perjuicios que provocaron a prestatarios locales”, sostuvo el ex ministro.

Sin embargo, Basualdo remarcó que este nuevo mecanismo “no anuló el anterior, sino que fue otra alternativa para los deudores externos privados.”” Completo aquí.

Alfonsín.
Es en este contexto, que Alfonsín y su ministro de economía Bernardo Grinspun intentan renegociar la deuda, para tratar de llevar adelante una política económica con muchos puntos de contacto con la que logró concretar Nestor Kirchner 20 años mas tarde. Ver.

Los acreedores también exigían en esa época negociar primero con el FMI, quien ya pretendía imponer las políticas neoliberales que aún hoy sigue sustentando.
La consecuencia para el país fue que el pago de la deuda externa, no permitía tener excedentes para llevar adelante una política de desarrollo nacional, la gran mayoría de las riquezas que se generaban debían ser destinadas al pago de la deuda externa.

En la década de los 80, casi todos los países latinoamericanos no pueden pagar ni la deuda, ni los intereses.
El secretario del Tesoro de EEUU, Brady, lanza un plan para América Latina, el plan Brady.

Es un “canje de deuda”, los bancos tenían como garantía de la deuda, bonos de cada país de baja calidad, por incobrables.  Esos bonos valían poco y podían ser comprados por cada país para achicar su deuda.  A partir del Plan Brady, esos bonos eran garantizados por EEUU, por lo que pasaban a ser “bonos de calidad”.

Estos bonos fueron vendidos por los Bancos a sus clientes, los Bancos cobraron y sus clientes pasaron a ser los nuevos acreedores. Con estos bonos comprados a precio de regalo, luego se pagaron las empresas privatizadas por Menem. Funcionamiento similar al de los fondos buitre.

Año        Deuda (millones de U$S       Aumento

1976..........     8 280.................                    5,14% 
1977..........     9 679...............                    16,9 % 
1978.........      12 496..............                   29,1% 
1979.........      19 034..............                   52,32% 
1980.........      27 072...............                  42,23% 
1981.........      35 671...............                  31,76% 
1982.........      43 634..............                   22,32% 
1983.........      45 087...............                    3,33%

La política económica del período menemista resguarda y profundiza "el modelo" implantado por la dictadura cívico militar "procesista".

La hiperinflación desencadenada en 1989 es controlada a partir de 1991 a través de una política económica de astringencia monetaria y altos intereses, basada en la convertibilidad que fija la equivalencia un peso = un dólar.

El primer efecto de las medidas adoptadas (al lograr una estabilidad que garantiza el crédito) produce cierta reactivación.
Pero ésta es temporaria y cuando ese efecto se agota, a mediados de la década, la recesión se instala "para quedarse". 

En primer término, el menemismo se preocupa por resguardar los intereses de los acreedores externos a través del Plan Brady, concertado en 1992, por éste se canjean los viejos bonos de deuda en poder de los bancos extranjeros por nuevos bonos Brady, con buena cotización por las nuevas garantías, que pasan a manos de tenedores particulares, con lo cual los bancos se liberan del peligro de quiebra ante una cesación de pagos.

Asimismo, al producirse esta reconversión se debilita la posibilidad de aplicar la política de distinguir deuda legítima y deuda ilegítima.

El Brady permite, además, cobrar los intereses atrasados desde marzo de 1988. 
Estas ventajas de los acreedores externos se presentan como pequeñas concesiones de la Argentina ante la bondadosa quita ofrecida por los acreedores que al principio se evaluaba sobre el total de la deuda y que finalmente se aplicó sobre un pequeño porcentaje. 

Poco después se asiste al otorgamiento de nuevos beneficios al sector financiero a través de la "capitalización de deuda externa". Ésta viene a complementar la vieja aspiración reaccionaria de privatizar las empresas públicas. 

La "capitalización" permite comprar activos entregando títulos de baja cotización a los cuales el Estado argentino les reconoce su valor nominal entero con independencia de su valor real. (comportamiento similar al de los fondos buitre).

De este modo, los títulos de la deuda externa constituyen una de las armas más poderosas para la destrucción de una franja importantísima de la economía nacional, desde la telefonía y los transportes hasta las acerías, desde la distribución de energías hasta puertos, bancos y rutas, forjadas a través del tiempo con el esfuerzo del pueblo argentino.

Se trata, en general, de empresas con mercados cautivos, muchas de ellas superavitarias, que se entregan con valuaciones muy inferiores a su valor patrimonial real, con previa alza de tarifas (el día anterior a la entrega de Entel María Julia Alsogaray aumentó las tarifas de teléfonos en 600%), y ajustes posteriores por inflación de Estados Unidos, exenciones impositivas, pasivos a cargo del Estado, etc.

A su vez, los altos intereses internos deterioran toda posibilidad productiva, mientras la importación crece, no sólo por la amplia apertura económica sino porque el peso sobrevaluado la abarata.

De ahí el déficit comercial que comienza a carcomer al sistema, aún más notable en los valores de la balanza de pagos.
Este modelo sólo funciona con endeudamiento externo, señalan sin vacilación los economistas del campo antiimperialista.
Los datos de crecimiento de la deuda externa, en el período menemista en millones de dólares, son los siguientes: 

1992 - 59.123                                  1996 - 97.105 

1993 - 67.803
                                  1997 - 101.100 

1994 - 74.632
                                  1998 - 104.000 

1995 - 87.091
                                  1999 - 121.877
 

Esto ratifica lo afirmado en el sentido de que este "modelo" funciona sólo con fuerte endeudamiento externo. 
Como consecuencia, los intereses de la deuda se incrementan, provocando, a su vez, nuevo endeudamiento: pasan de 2.129 millones de dólares en 1989 a 8.200 en 1999.
 

Asimismo, crece nuevamente la deuda externa privada: de 70 millones de dólares en 1990 a 10.566 millones en 1996, y nuevamente se escuchan voces en el sentido de que el Estado se ocupe, como veinte años atrás, de crear mecanismos para aliviar a estos empresarios endeudados, es decir, una nueva "estatización de la deuda privada". 

El total de la deuda, cuando el nuevo presidente electo, Fernando De la Rúa, asume el cargo sucediendo a Menem, alcanza los siguientes valores: 

* Deuda del Estado nacional: 121.877 millones de dólares.
 
* Deuda de provincias y municipios: aproximadamente 20.000 millones de dólares.
 
* Deuda externa privada: aproximadamente entre 40.000 y 45.000 millones de dólares.
 

Las últimas cifras, en millones de dólares, a diciembre del 2001 cuando el "cacerolazo" provoca la renuncia de De la Rúa: 
* Deuda pública externa del Estado nacional: 132.143
* Deuda externa de provincias y municipios: 22.000
* Deuda externa privada (valor aproximado): 60.000 

Cuando ya no fue posible conseguir más préstamos en 2001, la convertibilidad colapsó.

La devaluación producida por Remes Lenicov durante el gobierno de Duhalde, fue una brutal transferencia de ingresos desde los sectores con ingresos fijos
hacia
los sectores propietarios, las empresas endeudadas licuaron su deuda.

Al analizar dicha devaluación debemos tener en cuenta que en ese momento la alternativa que discutía el sistema político era “la dolarización de la economía”, que hubiese resultado mucho peor para los intereses nacionales.



Fuentes:




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