Mas allá de los votos perdidos, entiendo que la política es correcta, es muy importante para el país tratar de financiar su desarrollo industrial, que es el que en definitiva permite ampliar el horizonte productivo y generar mas empleo de calidad.
Por ello, quiero compartir este muy buen artículo publicado en el blog de Abel, del economista Pablo Tonelli, acerca de la escasez de dólares en nuestra economía y algunas ideas para superarla.
COMO SUPERAR LA CAÍDA DE LAS RESERVAS ACTUANDO CON EQUIDAD.
Pablo Tonelli, economista
La carencia de divisas para sostener el proceso de desarrollo es un tema recurrente de la política económica argentina y generadora de sus crisis.
Hoy vuelve al centro del debate.
Dichas crisis se conocen en la literatura especializada como el fenómeno de “stop and go” y se producen porque las divisas, generadas principalmente (en un principio exclusivamente) por las exportaciones del sector primario resultan insuficientes para sostener el desarrollo industrial.
Esta insuficiencia desencadenó históricamente un proceso que culminaba con una fuerte devaluación, con sus conocidas consecuencias sobre el mercado interno y los salarios, un “ajuste” de la actividad económica (el stop) para luego relanzar el proceso productivo (el go). Y así seguir.
En los años setenta y con un impulso sustitutivo de importaciones de nuevo signo, esa dinámica, como afirma Alfredo Zaiat, ”se hizo más compleja al incorporar el flujo de capitales internacionales“.
Eso quiere decir que los desequilibrios comenzaron a financiarse con deuda externa, lo que ocasionó la crisis de la deuda de los años 80 y sus numerosas refinanciaciones con un crecimiento prácticamente nulo (stop de una década).
el goEn los noventa la extranjerización de la economía y el crecimiento (el go) se financiaron con endeudamiento externo, hasta el colapso de la Balanza de Pagos que marcó el fin de la Convertibilidad. (gran stop).
La excesiva Deuda Externa, el estallido del uno a uno y el default fueron el resultado de las políticas de endeudamiento y ajuste seguidas para afrontar dicha restricción.
La extraordinaria expansión de la economía argentina de 2003-2011 hizo pensar en el final de la restricción externa, hasta que a fines de ese año (2011) la cuenta corriente de nuestra Balanza de Pagos quedó prácticamente en cero.
En la actualidad, al problema del déficit estructural del sector industrial se le suma el déficit energético y el saldo negativo del sector servicios, en especial el turismo.
Como sostiene Aldo Ferrer el déficit estructural de la industria, que importa bienes de capital, equipamiento e insumos, se ve particularmente reflejado en el sector autopartista y en la industria química, problema originado en la falta de integración de la actividad manufacturera y el desmantelamiento de los eslabones productivos producidos por las políticas de cuño neoliberal.
La decisión estratégica en este sentido, como bien afirma Ferrer, “no alcanza con sustituir bienes que compramos hoy. Hay que sustituir las importaciones del futuro”. La única alternativa es profundizar la política industrial para encarar proyectos que operen en la frontera tecnológica, es decir electrónica y microelectrónica asociada a desarrollos de diferente tipo así como la industria química en general y la biotecnología. Ese es un camino.
El problema de los desbalances de divisas reviste gravedad porque el rumbo inercial de la economía argentina, si no se introducen correcciones a ciertos aspectos de la política económica, conduciría a una pérdida progresiva de las Reservas, que pondría en peligro la sostenibilidad del actual modelo de política económica basado en el desarrollo productivo con inclusión social.
Tal como sostiene Jaime Saiegh “Hacia mediados de octubre de 2011, el gobierno nacional, enfrentó un fuerte proceso de dolarización de portafolios y fuga de capitales. Ese año la “fuga de capitales” se ubicó en torno a los 20.000 millones de dólares. Algo así como el equivalente a más del 50% de las actuales reservas internacionales o a un 25% de las exportaciones proyectadas para 2013. La respuesta del gobierno fue disponer el control de cambios vinculado a la venta de dólares destinados al atesoramiento de residentes y a la transferencia de divisas al exterior por cualquier motivo. Es decir, el BCRA dejó de vender divisas para financiar la aludida “fuga de capitales”. Una decisión, agrego, que comparto en su totalidad.
En 2011 las reservas internacionales del BCRA cayeron a U$S 46.376 millones… A fines de setiembre de 2013 estas alcanzan los 35.000 millones de dólares. Es decir, si bien el Gobierno logró evitar que continúe la masiva dolarización de portafolios financiada con dólares del flujo comercial, no logró impedir que continúe el proceso de pérdidas de reservas.
Claramente, un proceso crónico y persistente de caída de las reservas internacionales del orden de 6000/8000 millones de dólares anuales es insostenible. En primer lugar, porque en algún momento las divisas se agotan. En segundo lugar, porque los mercados se anticipan y profundizan la demanda de divisas y tienden a acelerar el proceso y en particular trasladar la misma a los precios internos en la forma de mayores expectativas inflacionarias.
Aquí una observación: Se intenta construir una política de crecimiento con inclusión social en una economía capitalista de mercado. Regular su comportamiento no debe impedir ignorar la vigencia de la ley del valor, la lógica con la que actúa el capital, que tiende a valorizarlo y cubrirse de las fluctuaciones.
Por último, en una Argentina dolarizada, existe la tendencia a asimilar situaciones presentes con las del pasado, con una dinámica similar de pérdida de reservas que terminaron en un colapso económico.
El escenario de las Reservas Internacionales, de aquí a 2014, es como afirma Miguel Bein un escenario de la “administración de la escasez a rajatabla”. La propuesta que aquí se esboza, como afirma el título de la nota, es administrar dicha escasez actuando con la mayor equidad social posible.
En la Argentina hay varios “precios” del dólar. Uno, el más relevante, regulado por el Banco Central es el que se negocia para las transacciones a través del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), cuyo valor hoy es 5,78 por dólar. Pero hay otro “mercado cambiario” legal donde se operan diariamente entre 1000 y 1400 millones de pesos. Este mercado es el bursátil. El precio de este “dólar financiero” surge de comparar el precio de un bono o acción en el exterior en dólares con el mismo en pesos en el mercado local. Así, surge un dólar “de mercado financiero” o “contado con liqui” de pesos 9,22. No es el dólar “blue”, que opera fuera de la normativa legal.
El que viaja al exterior y compra servicios de hotelería, restaurants o excursiones está recibiendo un subsidio equivalente a $ 3.44 por dólar que gasta en el exterior. Es decir está pagando el dólar por debajo del valor de “mercado” del dólar financiero, que es el que debería regir para los servicios turísticos, por ejemplo. Ese “subsidio” equivale a aproximadamente $ 34.000 millones anuales. No computo el incremento del 20 % que se abona al momento de comprar paquetes turísticos, ya que es deducible del impuesto a las Ganancias. El sector turismo debería actuar con un tipo de cambio específico, lo que a su vez alentaría el ingreso de turismo del exterior y cambiaría el signo del saldo del Balance del sector, como ya ocurrió en la década anterior.
Por otra parte, tomo aquí las afirmaciones de Ramiro Castiñeira “el Gobierno gasta más de 10.000 millones de dólares en importar gas para luego volcarlo subsidiado al mercado local. Si el subsidio generalizado se limitara sólo a quién lo necesita, los subsidios al gas podrían bajarse a la mitad, o más”. Es decir que estamos hablando de casi $ 30.000 millones de pesos.
Estas herramientas deberían formar parte de la caja de instrumentos del Gobierno, máxime si se espera que en 2014 la pérdida de Reservas continúe en forma inercial a su ritmo actual.
Otras opciones que incrementen las Reservas, como por ejemplo un crédito del Banco de Basilea al BCRA, el swap de monedas con China, el ingreso de divisas de Chevron o de las empresas que concluyan sus negociaciones con el Gobierno a través del CIADI, están en carpeta.
Independiente de desear su conclusión exitosa, el ahorro de divisas a través del mecanismo propuesto sustentaría nuestra posición en moneda extranjera reafirmando la equidad que está en la base del actual sistema económico vigente en nuestro país.