Hace un mes supimos que la Presidente tenía un
problema de salud que debía ser atendido rápidamente.
El tratamiento de dicho
problema la sacó de la centralidad política a que nos tenía acostumbrados.
En el lapso de tiempo transcurrido
desde ese momento, hubo elecciones nacionales, en que unos dicen que el FPV perdió
y otros con los números de bancas en el Congreso dicen que ganó. Como todo hecho de la realidad política tiene
distintas visiones, según las simpatías del observador.
Casi simultáneamente, la Corte Suprema de Justicia dijo
que la Ley de
Medios era completamente constitucional y que el multimedios Clarin debía
adecuarse a la Ley.
Este fallo desfavorable a
uno de los poderes fácticos mas importante del país, hizo que para muchos
dirigentes de todo tipo y “periodistas independientes”, la Corte Suprema pasara
de ser “la reserva moral de la democracia” a un grupo de jueces cooptado por el
Kirchnerismo y su titular Lorenzeti, hombre de dudosa estatura moral.
Si uno lee La Nación , Clarin y Perfil de
los últimos días percibe como le tiran “baldes de mierda” a la Corte Suprema.
Hasta aquí todo “muy normal”
en el escenario político argentino.
Lo que me llama la atención
en forma positiva es la normalidad con la que el país sigue funcionando, sin la Presidente en el centro
de la escena por razones de salud, pareciera que los distintos funcionarios
cumplen con sus tareas normalmente y la realidad no se descontrola.
Pareciera que la biología le
ha tendido una mano a Cristina Fernandez para finalizar su mandato con un
estilo distinto, menos exposición pública e igual o mayor iniciativa política
en la gestión cotidiana y en la institucionalización del kirchnerismo.
En realidad, esto último son
mis deseos.
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