sábado, 3 de marzo de 2012

Distinta vara para medir

Cuando Nestor Kirchner y Roberto Lavagna impusieron una quita a la deuda externa argentina, que fue de aproximadamente 70.000 millones de dólares, ésta se convirtió en la mayor quita de deuda de la historia y colocó a la Argentina en el lugar de un paria en el sistema financiero internacional.


Recientemente se acordó una quita del 53,5% para la deuda griega, que representa unos 100.000 millones de dólares y esta operación es "un rescate de deuda soberana".


Aquí en BAE, Gabriel Holand analiza en forma muy lúcida, el contexto de esta quita  y las razones por las cuales el sistema financiero internacional reacciona, en este caso, en forma muy distinta al caso argentino.


Dice Holand:
Pero, y aunque para la foto algunos sonrían, queda pendiente resolver un problema que sólo se arregla con dinero: el mercado de los Credit Default Swaps (CDS).


Recordemos que estos instrumentos financieros representan un acuerdo por el cual el vendedor del CDS compensará al comprador en el caso de un eventual default del crédito que se asegura, por ejemplo, el impago de un bono soberano o corporativo.


La mayoría de esos contratos se formalizan bajo el paraguas de la International Swaps and Derivatives Association (ISDA), que está compuesta por los principales apostadores del mercado de derivados que venden los CDS y, por lo tanto, se comprometen a cubrir las pérdidas que pudieran surgir por los quebrantos financieros que produjeran los malos pagadores.


Actualmente ese mercado alcanza los u$s32 trillones, más de dos veces el PIB de los EE.UU., por lo que si se produjera una catarata de impagos, ni siquiera las espaldas anchas del Tío Sam alcanzarían para contenerla.


Asimismo, según la Comptroller of de Currency, la agencia federal del gobierno de los EE.UU. que supervisara a los bancos de ese país, las cinco mayores entidades bancarias de ese país (JP Morgan Chase, Citigroup, Bank of America, HSBC y Goldman Sachs) tienen en sus carteras el 95% de los contratos de derivados financieros del mundo.


Y acorde con la política de liberalización de los mercados que se sigue desde los ’90, el mercado de CDS está totalmente desregulado. Por lo tanto, nadie sabe si los aseguradores tienen dinero suficiente para hacerse cargo si sus pasivos eventuales se tornan reales.


Controversia. 
Pero en los EE.UU., para que una deuda pase a estado de default, el ISDA tendría que declarar tal evento, es decir que los mismos que deberían pagar el daño deberían previamente reconocerlo, porque son juez y parte.


Eso suena bastante controvertido, porque difícilmente alguien se dispare en su propio pie.


Sin embargo, el ISDA podrá manejar los reconocimientos de default dentro de los EE.UU., pero si un país se declarara en cesación de pagos el instituto americano nada podría hacer más que reconocerlo.


Por eso, los grandes bancos como Morgan o Goldman tienen motivos para preocuparse, ya que un eventual estado de default en la deuda soberana europea pondría en peligro a todo el mercado de derivados.


Ésta es una poderosa razón por la cual se omite declarar en “evento de default” a la quita del 53% en la deuda griega.


Entonces se genera la paradoja de que los inversores perderán al menos la mitad del capital que invirtieron sin tener el derecho de ejecutar sus seguros contra incobrables (CDS) y deberán asumir las pérdidas con su propio dinero.


Esto, por ejemplo, es lo que causa la quiebra del broker MF Global, que tiene u$s41 millones expuestos a deuda europea y, ante la falta de declaración oficial de default, está imposibilitado de cobrar los CDS que tiene para cubrirla.


En síntesis, los grandes bancos omiten pagar simplemente porque el default técnicamente no existe.


O sea que para que los bancos paguen los seguros ante la quita de deuda griega, ellos mismos deberían decir que hay que pagar esos seguros. Bonito, no?


Como bien dice Holand, que nadie se pega un tiro en el pie, los inversores se deberán bancar una quita del 53,5% en sus inversiones, aún habiendo asegurado la misma contra quitas o default.


Ante estas maniobras cuasi delictivas de bancos, calificadoras de riesgo y organismos internacionales, queda bien en claro que la quita de deuda de Nestor Kirchner fue un verdadero acierto político que todos los argentinos deberíamos agradecer.

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