Estaba a la espera de que aclare el panorama económico, luego de los
ataques especulativos sobre el dólar, la correspondiente devaluación del
Gobierno, y la consiguiente guerra de declaraciones, pero, parece que la pelea
va para largo y deberemos acostumbrarnos a convivir con ella.
Ayer, me sorprendió leer en un muy buen artículo de Artemio López,
“el turno de los que se la llevaron con pala”, en el que se analiza la
evolución positiva de los salarios a pesar de la inflación, los siguientes párrafos:
"Es el momento de que
todos los sectores contribuyan a garantizar la continuidad del ordenamiento
social y económico, en particular los empresarios que, durante esta última
década, se la llevaron en pala, como bien señala la Presidenta cada vez que
puede.
…………………………
La
colaboración esta vez debe provenir del sector empresarial moderando su tasa de
ganancia, en muchos casos varias veces por sobre los estándares internacionales
para igual actividad."
Entre el título del artículo y este último párrafo, pareciera que
Artemio considera que hay que hablar con los empresarios y avisarles que es el
turno de su colaboración.
Luego, en un artículo de Mario Wainfeld en P12 el siguiente párrafo:
“Un dirigente
silobolsista fue diáfano: dijo que retener exportaciones es sinónimo de
libertad. Es su ideología, una entre tantas, minoritaria siempre. Dan ganas de decirle que sea más franco,
deje de enarbolar la bandera celeste y blanca y hablar del interés colectivo
que le importa un rabanito. Que se ponga el parche en el ojo, exhiba la
pata de palo y discuta a cielo abierto, sin maquillajes.”
(Las
negritas son nuestras.)
Y
hoy, Capitanich diciendo, en relación con el aumento del 12% en naftas
producido por Shell:
"No es casualidad
esta actitud unilateral, contraria al país. La actitud de Shell siempre es
conspirativa y atentatoria contra los intereses del país", insistió el
funcionario, quien reiteró que "el objetivo de este aumento es perjudicar
a nuestro país".
Todas estas declaraciones me recuerdan inmediatamente al ex ministro
Pugliese (1988), “les hablé con el corazón
y me contestaron con el bolsillo”.
Es evidente que hay muchas cosas que debieron hacerse y que no se han
hecho, luego de 26 años de democracia y de 10 años de gobierno nacional y
popular, si el bienestar de las mayorías populares depende de la buena voluntad
de algunos individuos o grupos de individuos.
No es con palabras o aprietes mediáticos que se puede impedir que grupos
económicos se apropien en exceso de las riquezas que genera toda la sociedad,
es con Leyes, Decretos y Reglamentaciones.
Se deben generar las condiciones legales para que todo aquel que se sienta
pirata, no pueda válidamente desplegar sus acciones.
No hacerlo es simplemente administrar las relaciones de poder existentes
que no son favorables a las mayorías.